Uno de los mayores retos que se da en las comunidades educativas es fomentar la educación inclusiva, ya que depende de muchos y muy variados factores, como el contenido del curso, los métodos de enseñanza, la organización de clase, siendo la labor docente determinante en todos los sentidos.

Para el doctor Fernando Sánchez Lanz, académico de la cátedra “Aspectos didácticos y organizativos de la atención a la diversidad en educación infantil”, del Máster en Educación dictado por la Universidad de Cádiz en conjunto con Fundación Fucid en Chile, el docente es un actor de transformación social que debe estar consciente de que cada individuo en el aula tiene algo que aportar y crece como persona con sus interacción con los demás.

“Es indispensable que el docente conozca a sus alumnos, sus posibilidades y necesidades, para ello debe realizarse un profundo trabajo de observación y una evaluación al comienzo de cada curso y de cada unidad, recordando que las diferencias que existen entre las personas son un valor positivo, que enriquece el grupo”, detalla Sánchez.

El experto señala que se debe apelar por el uso de metodologías que promueven la participación del alumnado con la realización de actividades reales, actividades con contenido significativo que fomentan el pensamiento crítico y colaborativo, así como asociar la evaluación al aprendizaje y no a la sanción o fracaso.

“Llevar la inclusión al aula es también fomenten la creatividad, motivación e iniciativa permitiendo que los estudiantes propongan actividades para trabajar contenidos de las asignatura, generando espacios para promover las dinámicas grupales que permitan la interacción de los estudiantes”, asegura el docente de la Universidad de Cádiz.

Considerando que algunos estudiantes aprenden mejor leyendo, otros manipulando, otros dibujando, el expertos plantea que los contenidos educativos deben presentarse usando diferentes medios y fomentando la comunicación, “que los alumnos y alumnas sienta que forma parte del proyecto común de la clase”.